«COVID Cero» o «Zero-COVID» es una política antiepidémica y de salud pública implementada por varios países durante la lucha contra la pandemia de COVID-19 que se refiere a las medidas tomadas tras el descubrimiento de un caso confirmado de la enfermedad infecciosa para evitar su trasmisión, lo que significa que el ingreso médico va acompañado de una investigación epidemiológica, la cuarentena de todas las personas con posible contacto con el infectado, buscando el control de la esfera de influencia del virus, con el fin de reducir el número de transmisiones y de casos confirmados. Se aplicó en China, Hong Kong, Macao, Taiwán, Australia, Nueva Zelanda y Singapur para hacer frente al riesgo de infección en las primeras etapas del brote de COVID-19, y también de forma puntual en otros países para evitar un avance en la escasa atención médica. Con la reposición de la capacidad médica, la introducción de nuevas tecnologías y la evolución de las variantes del virus hacia una menor letalidad, la OMS ha demostrado que la política cero es insostenible.[1] Tras equilibrar la economía de vida con la constatación de que el virus no va a desaparecer, la mayoría de las regiones del mundo están pasando a un modelo de convivencia con el virus multimodal y a largo plazo y se fueron retirando de la política cero a partir de 2021. En la actualidad, sólo China[2] y Macao[3] mantienen implementada la política de Cero COVID.[4][5]